miércoles, julio 20, 2005

In ruhig fliessender Bewegung

Una de las señas más recurrentes de la postmodernidad es la introducción de neologismos para nombrar conceptos usados desde la antigüedad. El mero hecho de renombrar lo ya conocido lo inviste de una aureola "moderna", a la vez que refuerza la conciencia de sí mismo que está en la base de la postmodernidad. Decimos lo mismo que nuestros abuelos, pero somos conscientes de que lo hacemos. Esta autoconciencia añade una capa más a nuestro discurso, (meta)capa que es el hallazgo original y valioso del arte de posguerra.

De entre estos neologismos, uno de los que más suenan en los últimos tiempos es "intertextualidad". En origen denotaba las dependencias implícitas en todo texto literario, el hecho de que una obra no existe por sí misma, sino en relación a otras escritas antes que proveen el contexto necesario para entenderla. En el mundo postmoderno, donde todos los temas se han tocado ya y la originalidad es casi imposible la intertextualidad se ha erigido en herramienta fundamental de todas las artes. En sus formas más burdas sirve de excusa a lamentables parodias como las de los hermanos Wayans (Scary Movie). En sus más sutiles se insertan a modo de referencias u homenajes sólo perceptibles por los conocedores. En cualquier caso, lo que distingue a estas referencias es su falta de ingenuidad y visible artificio.

Un ejemplo del uso de la intertextualidad en su forma más directa es la serie de "Meninas" que ocupó a Picasso buena parte del año 57. El equivalente musical a este préstamo entre genios separados por varios siglos sería el tercer movimiento de la Sinfonía de Luciano Berio, uno de los adalides de la postmodernidad y el compositor italiano más renombrado hoy en día.

La pieza está estructurada sobre dos bases, una musical (el scherzo de la 3ª sinfonía de Mahler) y otra literaria (El innombrable de Samuel Beckett). Sobre estos dos firmes cimientos se levanta una sorprendente telaraña de citas musicales (Ravel, Ligeti, Boulez, Bach…) y literarias (Eslóganes del mayo francés, canciones populares, fragmentos de Joyce, parlamentos al público…). El genio de Berio estriba en convertir lo que sobre el papel parece un pastiche infumable en los doce minutos más entretenidos de toda la música contemporánea.
In ruhig fliessender Bewegung ("con un movimiento fluído") es el epígrafe tanto del original mahleriano como del movimiento de Berio. La música de Mahler es tomada casi tal cual, completa de principio a fin. Alrededor de ella se desarrolla una "performance" asombrosa en la que las ocho voces solistas (originalmente los Swingle Singers) recitan, cantan o simplemente exhortan ("Keep going!"), mientras asombrosas erupciones de "clusters" interrumpen el discurso musical, convertido en un torrente de impredecibles turbulencias que contradicen irónicamente el "movimiento fluído" del título.

Existen —cómo no— muy detallados análisis de esta breve pieza, más no es nuestra intención ponerla bajo el microscopio y destruir su encanto con explicaciones clínicas e innecesarias. Esta obra fue escrita para ser experimentada (mejor en vivo), para ser vivida y recreada en cada ejecución. Escucharla, pues, nos parece mil veces más interesante que todo lo que podamos escribir sobre ella.